Podcast de Prácticas de Compresión Oral
Nivel Intermedio y Nivel Avanzado
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Hoy escuchamos: La odiante, monólogo que forma parte de Crónicas Desquiciadas, de Indira Páez, escritora venezolana.

1 Antes de escuchar el monólogo busca en el diccionario el significado de 10 palabras que tal vez no conozcas.

  • desahogarme 
  • harta 
  • niego
  • desquiciados 
  • porquería 
  • cursi  
  • desvergonzada
  • pecadora
  • amargarme 
  • envidia

Identifica también el significado de estos dos opuestos y de estas dos expresiones:

  • felicidad – infelicidad 
  • componer – descomponer
  • a como dé lugar
  • me tengo que calar 

Conoce las diferencias entre estos 4 adjetivos derivados de la palabra odio:

Odiosa: persona o cosa que no es agradable a otras.
Odiada: persona o cosa que es objeto del rechazo intenso de otros.
Odiable: persona o cosa con la cualidad evidente de ser rechazada.
Odiante: persona intolerante que rechaza fácilmente a personas o cosas.

2 Escucha la historia.

3 Responde las siguientes preguntas.

¿La persona se confiesa feliz o infeliz?
¿La cree que necesita un terapeuta o un psicólogo?
¿Esta persona está en búsqueda de la felicidad?
¿Esta persona fuma y bebe?
¿En cuáles grupos divide a las personas?

4 Finalmente, lee el cuento La odiante:

Soy una tipa de lo más sana, no entiendo qué les ha hecho pensar que necesito desahogarme de algo, curarme de algo, y mucho menos confesarme por algo. Y entiendo que los doctores, los terapeutas de la nueva era, los psicólogos, los renacedores, los que hacen programación neurolingüística, los astrólogos y hasta los brujos piensen que todo el mundo está loco. Se entiende, tienen que trabajar, tienen que comer. Pero yo no, aunque les duela, yo no estoy loca. Todo lo contrario.

Estoy harta del montón de locos que habita este planeta. Gente que quiere desesperadamente ser sana, evolucionar, tener pareja. Gente que quiere ser feliz ¡qué fastidio! ¿Habrá algo más insípido, más perfectamente aburrido, más inútil, menos teatral que la felicidad? Y díganme odiosa, eso sí, lo admito. Yo soy una odiosa. Y es que el mundo está lleno de gente con potencial para ser odiada. De cosas potencialmente odiables, y momentos y situaciones definitivamente detestables. Así que yo, sencillamente, odio todo. Sí, odio.

Me declaro una odiante, la odiante mayor. Y eso que no me hace feliz. Pero tampoco me importa. Es más, creo que tengo derecho a defender mi infelicidad a como dé lugar. ¿Dónde está escrito que uno tiene que andar por la vida riéndose de todo, pensando que todo está bien en mi mundo y que cada día estoy mejor, mejor y mejor? ¡Pues no! Me niego a sumarme a esa comparsa de desquiciados que quieren componer el mundo, que total nació descompuesto y que fue y será una porquería como dice la canción. ¿Y qué? Me niego a pasar el resto de mi vida buscando algo tan abstracto, efímero y cursi como “la felicidad”, a sabiendas de que no existe y de que es una utopía tan grande como la vida en la luna.”

Me niego a dejar de fumar, a comer sano, a preservar mi existencia en este mundo como si fuera una experiencia maravillosa que hay que alargar per sécula seculorum…¡noooooooo! Yo si fumo, y sin embargo no ando por ahí pegando cartelitos que digan “FUME AQUÍ”. ¿Por qué me tengo que calar entonces que me digan que no fume allá, que no fume acullá, que respete mi vida, que me cuide? ¿Por qué me tengo que cuidar, para qué, para quién? Y sí, bebo, bastante, en cantidades altamente condenables. Y soy inmoral, promiscua, desvergonzada y pecadora. Y pienso que el mundo se divide sencillamente en dos grupos: la gente como yo, y unos cuantos hipócritas que son igualitos a mí, pero no lo dicen.

Yo defiendo mi derecho a odiar, a amargarme la vida, a corroerme de envidia, a sentir gula, avaricia, ira, pereza, vanidad y toda gama de pecados veniales, capitales y hasta mortales, porque de paso prefiero no decirles lo que he deseado hacer con el esposo de mi vecina. Y me voy, porque odio hablar de más. Y no digo adiós, porque odio las despedidas.  

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