El día en que el sol salió de noche

Hoy escuchamos: El día en que el sol salió de noche, un cuento del escritor colombiano Hernán Calvo.

1 Antes de escuchar el cuento busca en el diccionario el significado de 10 palabras que tal vez no conozcas.

  • jocoso
  • rodilla
  • tremenda
  • amonestaciones
  • sanción
  • mantuvo
  • parranda
  • abocada
  • birome
  • crecí

 

2 Escucha el cuento.

 

3 Responde las siguientes preguntas.

  • ¿La profesora Marín era profesora de cuál asignatura?
  • ¿Calvo había tenido buenas o malas calificaciones en Lengua?
  • ¿Qué hizo que la profesora Marín se molestara tanto con Calvo, su estudiante?
  • ¿De qué trató el escrito de Calvo en el examen final de Lengua?
  • ¿Cuál fue la sanción de la profesora Marín a Calvo?
  • ¿Aprobó o reprobó Calvo el examen final de Lengua?

 

4 Finalmente, lee el cuento El día en que el sol salió de noche:

Para ustedes, creo, será un relato jocoso. Para mí en aquel momento fue muy traumático y voy a contar toda la verdad como si estuviera siendo juzgado por un alto tribunal.

Tenía catorce años, estaba en segundo año, había terminado el primer trimestre, era un vago de aquellos, con notas pésimas en casi todas las materias. Mi cabeza estaba resolviendo otros problemas, en ese momento, más importantes para mi vida. En lengua tenía seis de promedio, bastante bien (de casualidad), se aprobaba con siete, no estaba tan lejos.

Uno a esa edad ya se da cuenta de que es un hombre, pero no tiene a quién demostrárselo, lo único que le queda es el baño, recién ahí se siente más tranquilo.
Ni bien comenzado el segundo trimestre, la profesora de Lengua, súper elegante, lindo cuerpo, de unos treinta y pico de años (siempre venía con distintos trajecitos, con la pollera al cuerpo a unos quince centímetros arriba de la rodilla), se sienta sobre el escritorio y nos comienza a desarrollar un tema, mientras en un descuido abre las piernas. Hice lo que haría cualquier chico de catorce o quince años, comencé a mirarla… De repente, me dice, Sr Calvo: ¿Cómo quiere que me ponga para que me vea mejor? (tremenda vergüenza) igual le contesté: Póngase un poco… hacia la derecha. Se puso roja y gritando me dijo que era un mal educado, que me pondría diez amonestaciones; a lo que le contesté que no tenía ningún problema, pero que le diríamos al rector, el porqué de las amonestaciones. Seguía roja como un tomate y me dijo: Sabe que usted es muy inteligente y tiene razón, no vamos a ir a hablar con el rector y no le voy a poner la sanción, pero a partir de hoy usted no entra más a mi salón hasta fin de año. Se va a quedar atrás de la puerta de entrada y yo constantemente lo voy a ir observando.
– Así fue como pasó!

Fueron pasando las clases y yo seguía afuera, ella, la profesora Marín, me miraba por la ventanita de la puerta cada diez minutos más o menos. Yo pensaba que ya se le pasaría y que me haría entrar al aula y hasta tenía pensado pedirle perdón, pero también decirle que comprendiera la situación.

– Llegamos a fin de año y me mantuvo siempre afuera de la división.

En el segundo trimestre me puso un hermoso uno (1) y en el tercer trimestre igual, otro uno (1), lo que daba la suma de 6, 1 y 1 igual 8, “examen directo a marzo, sin escalas”.

Por lo mal alumno que era me llevé diez materias, dos a diciembre, las que aprobé y ocho a marzo derecho.

Doy la primera, Matemática mal (2), todas las demás las aprobé, hasta que, por las cosas del destino, me quedó en último término Lengua.

Primero una redacción y los que aprobaban, harían análisis de oraciones y poesías.

En el aula, éramos como cincuenta y pico.

Ella, la profesora Marín, iba banco por banco dando a cada uno el tema de la redacción: Carta a una prima, relato de mis vacaciones, etc. Hasta que llegó a mi asiento y primero me dijo: Estuve pensando en usted todas las vacaciones. A lo que le contesté con una sonrisa: No se hubiera molestado. –Mire cómo será que hasta pensé cuál sería la redacción que usted tendrá que escribir, anote: EL DIA EN QUE EL SOL SALIO DE NOCHE.

De mi parte seguía con la cabeza fuera del colegio, seguía con mis asuntos por resolver, a los que les daba mucha más importancia que a la escuela Quizás por eso no aproveché para, por escrito, pedirle perdón y que tomara en cuenta mi edad y explicarle mi parecer respecto a la situación de estar dando clases sentada sobre el escritorio.

Escribí una idiotez, de un eclipse, que no creo se dé en la realidad. Salió un profesor entregando las calificaciones de examen, reprobó como a cuarenta. Le pregunté por el mío, a lo que me contestó: Si no le traje la suya pase adentro que aprobó el escrito, se lo pregunté por segunda vez y me hizo pasar.

Entré y cuando me estaba por sentar, la profesora que parecía abocada en el control de exámenes y planillas, me llama y con mi examen en la mano me dice: Lo felicito por el esfuerzo que hizo al estudiar tanto, y aprobar tantas materias, lástima que lo tenga que desaprobar. ¿Qué le parece? Le contesté: Usted es la profesora, póngame la nota que corresponda. La profe miraba el examen, me miraba a mí y me dice por fin: ¿Qué le parece que le ponga? Si le parece que desaprobé póngame un dos, quedó en duda hasta que tomó el birome y me puso el dos

Esa nota hizo que repitiera el año.

Le di la mano, le agradecí, tomé el examen, crecí en ese instante diez años y me fui.
Qué insensata, ¡qué pedido de escrito era ese!

De EL DIA EN QUE EL SOL SALIO DE NOCHE, aún no podía escribir porque no habíamos llegado al 21 de diciembre del 2012, cuando los Mayas profetizaron que realmente ocurriría dicho fenómeno y lo más insólito sería que yo todavía estuviera vivo entre los pocos que quedaran para empezar una nueva civilización. – ¡Perdón Profesora Marín por lo que escribí, pero no nos daban los tiempos ni a usted ni a mí!

Por cierto, señorita Marín: Ya tengo 61 años. ¡Que daría usted ahora por qué le miren las piernas!

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